viernes, 27 de marzo de 2020

LA CULTURA


La palabra cultura proviene de la latina cultus, que significa “cultivo”.  Si analizamos la historia humana, podemos ver la importancia fundamental que tuvo la aparición del cultivo en la vida del hombre: en la gran mayoría de los casos, fue el comienzo  de su sedentarización.  Al estar más tiempo en un solo lugar, sin tener que desplegar tanta energía en la búsqueda de alimento, el hombre pudo desarrollar mucho más sus capacidades humanas y utilizarlas en pensar cómo vivir mejor o más plenamente.  Es por ello que, en las culturas que están más en contacto con la naturaleza, el culto a la tierra (Pachamama) o a la fertilidad es fundamental.


Desde que el hombre se asentó en un espacio y lo sintió propio, comenzó a reflexionar sobre sí mismo y esa reflexión lo llevó a la búsqueda de trascendencia, la memoria, la capacidad de explicar, actividades que lo diferencia de otros animales.  Estos pensamientos se transmiten, se discuten, se analizan, se conocen, se aceptan o se rechazan, pasan a formar parte del “mundo”, del modo de ser de los hombres.  Los hombres y las mujeres son tales en cuento pueden pensar, decidir, hacer, crear, realizarse en la sociedad que habitan.
La suma de acciones humanas dentro de una comunidad va construyendo un modo de vida, que se llama cultura, y que está constituida por todo lo que el hombre hace, ya sea material, espiritual o mental.  En la medida en que los hombres intentan resolver sus necesidades, con soluciones prácticas o a través de respuestas intelectuales, o quieren transmitir sus sentimientos, su cosmovisión o sus creencias religiosas, van creando elementos que se acumulan a lo largo del tiempo y conforman históricamente su patrimonio cultural.
La cultura es el conjunto complejo de conocimientos, creencias, arte, valores, derecho, costumbres y tradiciones que genera y/o adopta un pueblo, y lo transmite a sus integrantes.  Es el fruto de tomar conciencia de lo que hace.  No hablamos solamente de lo bello, lo intelectual o lo científico, sino también de todos los aspectos materiales y organizativos de las sociedades humanas, en cada punto del planeta.

Hay muchísimas definiciones de cultura.  Una de las más completas, a nuestro criterio, es la de un grupo de antropólogos argentinos, entre ellos Carutti y Garreta: ““La cultura se trata de una forma integral de vida creada histórica y socialmente por una comunidad, de acuerdo con la forma particular en que se resuelvan o entablen las relaciones con la naturaleza, las de los integrantes en su seno, las relaciones con otras comunidades y con el ámbito de lo sobrenatural, a fin de dar continuidad y sentido a la totalidad de su existencia, mediante una tradición que sustenta su identidad”.
Las comunidades, al buscar soluciones para satisfacer sus necesidades, forjan su propia cultura.  Cuando una sociedad es homogénea, es decir, cuando no hay grandes diferencias sociales entre sus miembros, se comparte una misma cultura.  En la medida en que esta sociedad se va estratificando, y existe un grupo o clase social que domina al otro y se apropia de los saberes o dispone, por la división de tareas, de mayor tiempo para adquirir más conocimientos o producir más bienes culturales, se va abriendo una brecha cultural.  Otro grupo, el dominado, se ve imposibilitado de disfrutar de las producciones culturales más sofisticadas.  Ambos grupos viven la realidad de un modo distinto, y van creando pautas diferentes: se originan, así, la cultura letrada y la cultura popular.
La palabra cultura comienza a utilizarse en el Renacimiento europeo para mencionar con ella la formación intelectual de los sectores dominantes: la formación en las artes, las técnicas, la filosofía, el comercio, la guerra, la diplomacia, las finanzas; en fin, el manejo del poder.  Se refiere, en este sentido, a la cultura letrada, propia de un sector de la sociedad.  Los que no tienen ese refinamiento del gusto (en cuanto a las artes, a los modales, a la vestimenta, etc) característico de ese círculo o esa élite, son considerados incultos por ese sector.


Como las clases dominantes no sólo se apropian de los bienes y de los conocimientos que consideran válidos sino también del vocabulario, del uso de la palabra, vulgarmente se califica como culta a la persona que es erudita, es decir, que tiene muchos conocimientos gracias a la lectura, investigación o desarrollo de las artes, ciencias o filosofía.  Sin embargo, al utilizar de este modo al vocablo cultura, estamos hablando solamente de un aspecto: de la cultura letrada o de élite, de las “formas valoradas” de la cultura.
Como su nombre lo indica, cultura popular es la cultura propia de un pueblo (que no significa que todos sus elementos culturales sean propios, sino que algunos o muchos pueden ser ajenos, pero de los cuales se ha apropiado) que resiste a las imposiciones de las minorías dirigentes y que determina la continuidad histórica de esa sociedad.  Un ejemplo sería la cura del empacho y del mal de ojo, que se difunde de generación en generación, pese a su acientificismo.  Muchas veces, en forma callada, esos conocimientos son traspasados también a las élites dirigentes, a través de los ancianos o de las niñeras.
Por contraposición a la cultura letrada, la cultura popular es la distintiva de los grupos o clases sociales marginados en diferentes formas de los bienes de producción.  Se trata de la cultura de las clases subalternas, de los de abajo, elaborada con pocos medios técnicos, y cuya característica fundamental es ser solidaria, porque sus productores y consumidores son los mismos individuos: la crean y la utilizan.  Se transmite, generalmente, por tradición oral, ejercitando la memoria y manteniendo un profundo respeto hacia los conocimientos de los ancianos, que son los que más vivieron y más cosas pueden recordar.  Si bien actualmente mucha gente sabe leer y escribir, se produce la estratificación entre los que saben o no leer, los que manejan la escritura con el criterio de la cultura letrada, y los que tienen los medios o el acceso a la impresión de sus obras.  De este modo, la mayoría de las obras impresas de este rubro por el mercado editorial (no nos referimos a ediciones independientes de tirada limitada o literatura underground) son sobre cultura popular y no se la cultura popular.

La cultura popular, según el escritor Eduardo Galeano, está constituida por un complejo sistema de símbolos de identidad que el pueblo preserva y crea.
El antropólogo Adolfo Columbres afirma que la cultura popular, más que una síntesis es una suma, porque “en todo el país encontramos no una, sino varias culturas populares, cada una con su perfil propio”: las culturas étnicas, las distintas culturas mestizas regionales, las culturas populares urbanas, las de la migración campesina, las de la inmigración, y las de tipo neoafricano (muy fuertes en Brasil y Haití)
Existen, de este modo, al menos dos conceptos de cultura popular: uno, que la circunscribe a las clases bajas y a los grupos marginados, y otra, más amplia, que incluye en ésta a las creaciones del pueblo en general, siempre en contraposición al concepto de cultura elitista o letrada.
El folklore es la disciplina que, dentro del campo de las ciencias sociales-antropológicas, se ocupa de la cultura popular.  El folklore en sentido estricto está constituido por los usos, costumbres, bailes, ceremonias, creencias, romances, refranes, etc, de los tiempos antiguos, sobrevivientes en el pueblo.  Al estar vigente, va cambiando, adquiriendo nuevos rasgos; generalmente es anónima, y se la transmite por vía oral.  Es la base de lo tradicional, y está geográficamente localizado en la región cuyos habitantes conservan ese legado.  En un sentido más amplio, también se incluye en el folklore la creación colectiva oral y anónima reciente, y la creación popular individual, escrita o registrada por cualquier medio, que se nutra de las tradiciones y las continúe.  Muchas veces se lo tiende a confundir con la proyección folklórica, que está constituida por las expresiones creadas en base a lo folklórico, con carácter artístico o comercial.  Hay una tendencia en ciertos grupos “tradicionalistas” de la burguesía a tomar el folklore en un sentido superficial, meramente pintoresco, y legitiman como “folklóricas” sólo algunas expresiones, por las cuales el folklore se convierte en un instrumento reaccionario, anulando el sentido de protesta que subyace en las auténticas tradiciones.  Sin embargo, esta apropiación es incorrecta: el folklore es uno de los elementos que forman parte de nuestra identidad cultural y es integrante de nuestro patrimonio cultural exclusivo.
Muchas veces, por la cantidad de gente que la adopta, vulgarmente se confunde a la cultura de masas con la cultura popular.  Sin embargo, la diferencia es de fondo: la cultura popular está generada por el propio pueblo, tiene un ida y vuelta con los productores y los que la usufructúan.  En cambio, la cultura de masas es reproducida y difundida por los grandes centros económicos y de poder: puede cooptar o copiar a grupos o creaciones populares repitiendo el modelo hasta el hartazgo, tomar música pegadizas, libretos que conmuevan el corazón, o simplemente que sean adoptados por una mayoría por su difusión reiterada en los medios masivos de comunicación.  Su característica fundamental es que es producida por las industrias culturales: periódicos, revistas, televisión, radio, libros, fotografías, cine, recitales, obras teatrales, etc, con una tendencia homogeneizadora.  Estos productos comerciales massmediáticos no pueden llamarse cultura popular.

En este sentido la industria cultural transforma el “acto cultural” en “valor de cambio”, es decir, en mercancía, en objeto que se puede vender y comprar, degradando la cultura al estandarizarla y convertirla en un producto más de la sociedad capitalista.  Sin embargo, no en todos los casos la producción y difusión de la cultura por estos medios persigue fines de lucro: puede haber intereses políticos (por ejemplo, para la propagación de la cultura oficial), ideológicos o simplemente valores estéticos que requieren de la industria cultural para ser conocidos por el resto de la sociedad.
Son muchos los autores que se ocuparon de reflexionar sobre la cultura, por lo cual sería bueno conocer algunos:
Alfred G. Smith, nos hace descubrir la cultura como aquello que vivimos todos los días.  “Vivir, es en gran medida, una cuestión de comunicación.  El marido besa a su mujer, el cliente mira la etiqueta del precio, el alumno levanta la mano, la niñita sonríe.  Todos se comunican.  La gente se comunica de la mañana a la noche, sobre todo en el mundo moderno, donde la mayor parte de la gente se gana la vida comunicándose…
En la sociedad moderna, gente diferente se comunica de diferentes maneras, como lo hace la gente de distintas sociedades en todo el mundo.  Y la manera como la gente se comunica es la manera como vive.  Es su cultura.  `¿Quién habla con quién? ¿Cómo? ¿Acerca de qué?  Estas son preguntas que conciernen a la comunicación y a la cultura”
James Lull, su definición de cultura es similar a la de Smith, pero agrega un nuevo elemento: los cambios y las transformaciones en la vida de la cultura.  “La cultura es una compleja y dinámica ecología de personas, cosas, cosmovisiones, actividades y escenarios que fundamentalmente permanece estable, pero que también va cambiando en virtud de la comunicación de rutina y la interacción social.  La cultura es un contexto.  Es el modo que tenemos de hablar y de vestirnos, es lo que comemos y cómo lo preparamos, son los dioses que inventamos y los modos en que los veneramos, la forma en que repartimos el tiempo y el espacio, cómo bailamos, los valores que les inculcamos a nuestros hijos y todos los demás detalles que conforman nuestra vida cotidiana.  Esta perspectiva de cultura implica que ninguna cultura es inherentemente superior a otra y que la riqueza cultural en modo alguno deriva de la posición económica”.

Néstor García Canclini, nos introduce en otro aspecto de la vida cultural.  No sólo mira aquello que vivimos cotidianamente, su aporte tiene en cuenta los aspectos económicos, políticos y sociales.  “¿Quién se preocupa por la cultura cuando los salarios pierden 100 por ciento de su poder adquisitivo y la gente se desespera por llegar a fin de mes?  Esta crítica podría tener al menos la eficacia de la sensatez “común” si al hablar de cultura nos referimos sólo a las bellas artes, a los libros, a los conciertos.  Nos ocuparemos de eso, pero también del modo en que la gente come y piensa, se viste e imagina, arregla su casa y hace política, habla y se calla: en suma, lo que hace a un pueblo vivir de una forma que le da identidad y lo distingue.  Hablamos de cultura como el conjunto de fenómenos que contribuyen, mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales, a comprender, reproducir o transformar el sistema social”.


ACTIVIDAD:

1. Luego de la lectura, elabora con tus palabras una definición de cultura.
2. Explica qué es y qué caracteríticas tiene la cultura popular.
3. ¿Cómo está compuesta la cultura letrada?
4. ¿Cuál es el rasgo fundamental de la cultura de masas?
5. Explica las relaciones entre cultura popular, cultura letrada y cultura de masas.
6. ¿A qué se denomina folklore?
7. ¿Qué significa que la cultura se transforma en "valor de cambio"?
8. Toma las tres definiciones de cultura (Smith, Llul y Canclini) y explica con tus palabras qué aportes realiza cada autor a la reflexión sobre la cultura.
9. Explica la relación entre cultura y cultivo y cómo podemos verlo actualmente.
10. ¿Por qué fue importante el sedentarismo para el desarrollo de la cultura?
11. ¿Cómo se origina la estratificación de la cultura?

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