Cuando se habla de comunicación en el siglo XXI de
inmediato surge la figura predominante de los medios de comunicación, y como
elemento sustancial la información, el entretenimiento y el espectáculo. Pero está atravesada por -y atraviesa a- todos los
planos de la vida humana: lo social, lo ideológico, lo cultural y sin duda, lo
económico. No puede entenderse nuestro tiempo sin dar cuenta de los factores
económicos que lo condicionan y lo contextualizan, y esencialmente sin
comprender que estamos inmersos en una nueva etapa del sistema económico
capitalista, una etapa que dejó atrás el modelo de acumulación basado en la
producción industrial para pasar a un proceso de acumulación signado por los
servicios avanzados y la comercialización de experiencias, un capitalismo que
se desmaterializa, un capitalismo cultural.
La comunicación no está ajena al comportamiento de esta
sociedad presente, como corriente transversal que ocupa todos los espacios de
nuestra contemporaneidad, la comunicación también se expresa desde la economía,
no solo porque la industria cultural tiene sentido en tanto objetivo comercial,
sino porque el sistema económico de nuestro siglo está asentado y sustentado
por una profunda corriente comunicativa. El marketing y la publicidad son expresiones comunicativas
en un mundo destinado a actores económicos que ya no son controlables y
pasivos, por el contrario, mujeres y hombres activos e informados, que cuando
actúan en el ámbito del mercado lo hacen desde lo emocional, desde el consumo
de experiencias, desde la búsqueda de significado en los bienes. El especialista catalán, Joan Costa, resume la importancia de la comunicación de las organizaciones en una frase: “la comunicación es más fuerte
que la acción”.1 Con este concepto intenta indicar que toda conducta ejercida
por una organización solamente entra en acción, toma sentido real, adquiere
sustancia, una vez que es comunicada. Dentro de este flujo comunicacional que surge de las
organizaciones el marketing y la publicidad ocupan un rol esencial en una
sociedad en la que el consumo se ha convertido en factor cultural central de
nuestro tiempo, signado por la “democratización de los deseos”2, donde no se
tiene solo como objetivo la adquisición de lo estrictamente necesario ya que
“lo superfluo se ha convertido en una aspiración de masas legítima”.3
Por esa razón García Canclini
reflexiona en que aún entendiendo el consumo, como lo hace Pierre
Bourdieu, como un lugar de diferenciación y distinción entre clases
y grupos, aún así estamos frente a la necesidad de que toda la sociedad tenga
una clara conciencia sobre el sentido de los bienes, ya que sin esa conciencia
social general no habría posibilidades de que el consumo ejerciera una fuerza
diferenciadora entre sectores. De aquí se continúa la idea de que a través del
consumo “se construye parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de
una sociedad”.4 Por esa razón esas industrias culturales que impulsan el
fenómeno comunicativo “son por completo industrias de la moda, y sus vectores
estratégicos son la renovación acelerada y la diversificación", viendo en
la moda un proceso en el que se manifiesta la “aspiración de la autonomía
privada”.5 Concebir el consumo como un acto de carácter irracional,
compulsivo e inútil es un lugar común, una simplificación similar a entender a
los medios de comunicación como omnipotentes marcadores de conducta sobre
mujeres y hombres. 6 El consumo ni siquiera se trata ya de un fenómeno refugiado
en determinados y minoritarios sectores sociales sino que su cultura penetra en
todos los espacios sociales, desreguladamente, sin obligaciones de pertenencia,
desinstitucionalizada. Como afirma García Canclini “no toda forma de consumo es
interiorización de valores de otras clases.
El consumo puede y habla en los sectores populares de sus
justas aspiraciones a una vida mas digna. No toda busca de ascenso social es
arribismo”.7 Finalmente “el consumo no es sólo reproducción de fuerzas,
sino también producción de sentidos”.8 Si lo que se comercializa no son
productos sino experiencias, las personas no adquieren productos por lo que
tienen de bueno en sí sino por lo que tienen de significación, a la lógica del
valor de cambio y al valor de uso le sigue la del valorsigno.9 Por lo tanto la vida económica de nuestra sociedad se cruza
claramente con el fenómeno comunicacional, las cosas ya no se venden por lo que
tienen de mejor, eso ya no es suficiente, se requiere ahora de la innovación
comunicativa que lleve a integrar sentido a las cosas, significado, espíritu,
un símbolo: se trata de la presencia protagónica de una publicidad y un
marketing creativo, “la comunicación tiene que tener la forma del
espectáculo”.10 El consumo es un
espacio de diferenciación, pero también un espacio de encuentro y comunicación. Hechos sociales cotidianos como salir a comer, concurrir a un cine o
ir de compras son prácticas de consumo vinculadas con la sociabilidad, tanto
para incluidos como para excluidos, “consumir es intercambiar significados”.11 De acuerdo a nuestros consumos nos mostramos, nuestra
identidad se manifiesta por signos externos que se insertan en bienes físicos,
y cuyo valor realmente está dado en esa significación particular que adquiere
la cosa para unos y otros. Nuestros consumos informan sobre nosotros, nos
expresan. García Canclini entiende que todo consumo es un acto
cultural, por lo tanto llamar “consumo cultural” solamente a la adquisición de
este tipo de bienes es una formulación cuanto menos parcial. En este camino en que el consumo ocupa un lugar sustancial
la comunicación juega su parte: la publicidad, el marketing, la comunicación de
las empresas, de las instituciones, de las organizaciones en definitiva, es el
espacio en el que la expresión comunicacional entra en vinculación con este
trascendente fenómeno cultural. Resumiendo, la presencia de Comunicación y Cultura de
Consumo en la Orientación tiene su fundamento en diversos aspectos: Primero, por el carácter vigente y poderoso de la cultura
de consumo en la que las nuevas generaciones nacen y se desarrollan. Conocer
las particularidades de esa construcción de sentido cultural que es el consumo,
permite poner en acto una situación histórico-social que se supone natural. Segundo, amplía el abanico de actividades profesionales
ofrecidas al conocimiento de las y los jóvenes interesados en el fenómeno
comunicativo, que no se resume simplemente en la actividad periodística.
Actualmente los departamentos de comunicación de empresas e instituciones
constituyen un capital intangible de enorme valor para su funcionamiento,
siendo su función articular comunicación interna e imagen externa, tanto en la
organización pública como civil o comercial. Tercero, la comunicación de las organizaciones, el
marketing y la publicidad son actividades de amplio rango creativo, destinadas
a generar identidades, gestar imágenes, establecer códigos, transmitir
reputaciones y asumir responsabilidades en la sociedad.
El estudio de la comunicación y la publicidad tienen su
espacio en la orientación y en la formación de las y los jóvenes en la
seguridad de que cumple con el objetivo de brindarle herramientas de análisis
suficientes para la interpretación de un fenómeno que vincula a los actos
comunicativos con algunos de los hechos culturales más llamativos de nuestro
tiempo, y en íntima relación con las posibilidades comunicacionales que se
multiplican a nuestro alrededor y caracterizan a las sociedades contemporáneas.
1
Costa, Joan, La
Comunicación es más Fuerte que la Acción. En .doc
comunicación. Revista
Interamericana
para la Innovación
de las Comunicaciones N° 1. 2002.
2
Lipovetsky, G. Roux, E. El Lujo Eterno. Barcelona, Anagrama, 2004
3
Lipovetsky, G. Roux, E. Ibidem
4
García Canclini. Ibidem
5
Lipovetsky, Gilles, El Imperio de lo Efímero. Barcelona, Anagrama, 1994.
6
García Canclini, Néstor. El Consumo sirve para Pensar. Diálogos de la Comunicación N °
30,1991.
7
Martin-Barbero, Jesús. De los Medios a las Mediaciones. Barcelona, Gili, 1989
8
Martín-Barbero, Jesús, Ibidem
9
Baudrillard, Jean, Crítica de la Economía Política del Signo. México, Siglo XXI,
1987.
10
Lipovetsky, Gilles, La
Filosofía del Consumo. Entrevista en Diario Clarín. Buenos
Aires,22/08/04
11
García Cancilini, Néstor, Los Estudios sobre Comunicación y Consumo: El
trabajointerdisciplinario en tiempos neoconservadores. Diálogos de la Comunicación N ° 32,
1992.
1- Lectura integral del texto.
2- Marcar el vocabulario desconocido y buscarlos en un diccionario.
3- Redacta las ideas principales luego de la lectura.
4- RESPONDER:
a- ¿Cuál es la importancia de los Medios de Comunicación en la sociedad del Siglo XXI?
b- ¿Por qué se señala que hombres y mujeres actúan desde lo emocional en el ámbito del mercado?
c- ¿Cómo entiende el consumo Pierre Bordieu? ¿Podemos hoy entenderlo así? ¿Por qué?
d- ¿Por qué podemos afirmar que "el consumo es producción de sentidos"?
5- INVESTIGA QUIENES SON:
a- Nestor García Canclini
b- Pierre Bordieu
c- Jesús Martín-Barbero
d- Gilles Lipovetsky
ACTIVIDADES:
1- Lectura integral del texto.
2- Marcar el vocabulario desconocido y buscarlos en un diccionario.
3- Redacta las ideas principales luego de la lectura.
4- RESPONDER:
a- ¿Cuál es la importancia de los Medios de Comunicación en la sociedad del Siglo XXI?
b- ¿Por qué se señala que hombres y mujeres actúan desde lo emocional en el ámbito del mercado?
c- ¿Cómo entiende el consumo Pierre Bordieu? ¿Podemos hoy entenderlo así? ¿Por qué?
d- ¿Por qué podemos afirmar que "el consumo es producción de sentidos"?
5- INVESTIGA QUIENES SON:
a- Nestor García Canclini
b- Pierre Bordieu
c- Jesús Martín-Barbero
d- Gilles Lipovetsky
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